Éste es uno de los primeros estudios que demuestran cambios estacionales en la estructura y funcionamiento de cerebros de mamíferos, señala Randy Nelson, coautor del estudio y profesor de psicología y neurociencia en la Universidad del Estado de Ohio.
Los resultados del trabajo mostraron que durante los días cortos del invierno, los ratones de la especie Peromyscus leucopus tenían deteriorada su memoria espacial, el mapa mental que les ayuda a recordar lugares importantes en su entorno.Los cambios cerebrales pueden ayudar a los ratones a conservar energía para sobrevivir durante la estación fría del invierno, cuando la comida escasea y las condiciones son hostiles. El cerebro usa mucha energía con relación a su peso. Como muchos mamíferos, los ratones necesitan reducir su consumo de energía durante el invierno, y el cerebro es un buen lugar para lograrlo.Si bien hay muchas diferencias entre ratones y humanos, este estudio permitiría comprender mejor las disfunciones estacionales del cerebro en humanos, como el desorden afectivo estacional.Nelson dirigió el estudio con Leah Pyter, una graduada en neurociencia, y la psicóloga Brenda Reader, ambas de la Universidad de Ohio. En una tanda de experimentos, los investigadores usaron a 20 ratones machos adultos de la citada especie. Empleando luz artificial, algunos ratones fueron alojados durante 13 semanas en un entorno con 8 horas diarias de luz, como si estuvieran en invierno. Otros fueron hospedados en condiciones que simulaban el verano, 16 horas de luz diarias, también durante 13 semana
Randy Nelson. Los resultados mostraron que los ratones alojados en condiciones que simulan el invierno tuvieron más problemas de aprendizaje en una serie de tests. Sin embargo, otras pruebas mostraron que el aprendizaje y memoria no espaciales, incluyendo su capacidad sensorial, no resultaron afectados por los días cortos. Parece que sólo funciones específicas del cerebro son afectadas durante el invierno.En un segundo experimento, 16 ratones adultos machos fueron confinados simulando días cortos o largos durante 14 semanas. Se examinaron entonces las diferencias cerebrales entre ambos grupos. Los resultados mostraron que los ratones en condiciones invernales simuladas tenían una masa cerebral menor comparada con la de los otros congéneres.Además, los investigadores encontraron cambios en el hipocampo, una región cerebral implicada en la memoria espacial. Los ratones invernales tuvieron un hipocampo proporcionalmente más pequeño, y ostentaban cambios en la densidad espinal, ambos parámetros asociados con el nivel de eficacia en el aprendizaje y memoria espaciales.Ello encaja con la circunstancia de que el encogimiento cerebral es propio de una estación en la que los ratones tienen menos necesidad de memoria espacial.
Los resultados del trabajo mostraron que durante los días cortos del invierno, los ratones de la especie Peromyscus leucopus tenían deteriorada su memoria espacial, el mapa mental que les ayuda a recordar lugares importantes en su entorno.Los cambios cerebrales pueden ayudar a los ratones a conservar energía para sobrevivir durante la estación fría del invierno, cuando la comida escasea y las condiciones son hostiles. El cerebro usa mucha energía con relación a su peso. Como muchos mamíferos, los ratones necesitan reducir su consumo de energía durante el invierno, y el cerebro es un buen lugar para lograrlo.Si bien hay muchas diferencias entre ratones y humanos, este estudio permitiría comprender mejor las disfunciones estacionales del cerebro en humanos, como el desorden afectivo estacional.Nelson dirigió el estudio con Leah Pyter, una graduada en neurociencia, y la psicóloga Brenda Reader, ambas de la Universidad de Ohio. En una tanda de experimentos, los investigadores usaron a 20 ratones machos adultos de la citada especie. Empleando luz artificial, algunos ratones fueron alojados durante 13 semanas en un entorno con 8 horas diarias de luz, como si estuvieran en invierno. Otros fueron hospedados en condiciones que simulaban el verano, 16 horas de luz diarias, también durante 13 semana
Randy Nelson. Los resultados mostraron que los ratones alojados en condiciones que simulan el invierno tuvieron más problemas de aprendizaje en una serie de tests. Sin embargo, otras pruebas mostraron que el aprendizaje y memoria no espaciales, incluyendo su capacidad sensorial, no resultaron afectados por los días cortos. Parece que sólo funciones específicas del cerebro son afectadas durante el invierno.En un segundo experimento, 16 ratones adultos machos fueron confinados simulando días cortos o largos durante 14 semanas. Se examinaron entonces las diferencias cerebrales entre ambos grupos. Los resultados mostraron que los ratones en condiciones invernales simuladas tenían una masa cerebral menor comparada con la de los otros congéneres.Además, los investigadores encontraron cambios en el hipocampo, una región cerebral implicada en la memoria espacial. Los ratones invernales tuvieron un hipocampo proporcionalmente más pequeño, y ostentaban cambios en la densidad espinal, ambos parámetros asociados con el nivel de eficacia en el aprendizaje y memoria espaciales.Ello encaja con la circunstancia de que el encogimiento cerebral es propio de una estación en la que los ratones tienen menos necesidad de memoria espacial.
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